Visitantes inesperados

A veces, durante el día me persiguen frases y pensamientos, como si fueran  fantasmas, en la noche o al despertar me imploran ¡escríbame ya!  llegan por todos lados, me asedian mientras me baño, me dicen ¡sra escríbame por favor! y luego vienen frases de otros temas ¡Sra escribame a mi también! En ocasiones no puedo cocinar o hacer otras tareas tranquila porque siento la angustia de que esas frases se esfumen; me susurran mientras corto una naranja "escríbame antes que me desaparezca." Se me vienen a la cama como mosquitos en noche tropical y no me dejan dormir. 

Pero ellas hacen eso cuando no he tenido la decencia de atenderlas a cada una con el tiempo que ameritan, no debería estar molesta sino avergonzada con ellas por no aceptar el generoso ofrecimiento del fruto de la inspiración. Me gusta que vengan a mí porque son mis ideas y las debo gestar con paciencia para que vean la luz como unos  hijos preciosos. Debo atender esos visitantes aunque escribir sea estar todo el tiempo intentando agarrar la cola de un rayo, o intentando encontrar la palabra perfecta como pretendiendo agarrar mariposas en el aire.

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