Memoria para Rosa: una historia de amor 🌹

Hoy, a sus 89 años murió Rosa, una mujer que para mí fue testimonio de amor. Desde hace 11 años que murió mi abuela, consideré a Rosa como a una, por las muestras de afecto que ella siempre tuvo con mi madre, mis hermanas y yo. ¿Qué son 10 años más de poder disfrutar a una abuela? Mucho, lo constato ahora que veo mi galería y veo que tengo más fotos con ella que con mi abuela real, tiempo valioso que es poder ver con madurez todo lo que se puede aprender y disfrutar del vínculo estrecho con un adulto mayor.



Hay quienes piensan que alguien tiene que ser muy importante o ilustrado en la sociedad para ser ejemplo de vida. Creo que el ánimo con el que se vive basta para ser ejemplo de lo que es la finalidad de vivir. Rosa representó eso, y hago mi mejor esfuerzo para reunir acá la sabiduría que encierra la vida de una mujer de su época.

Hablar de Rosa es hablar de Sabiduría ancestral, fé y amor. Mi primer recuerdo de ella, es a mis 7 años sentada en las escalas de su casa, con los ojos pegados por una conjuntivitis, mi mamá recibiéndole un manojo de rosa amarilla para curarme de aquel mal; por ella conocí el saúco, el curibano, el poleo, el diente León, el orégano, la albahaca, el ajenjo, la ruda, la borraja, la violeta, el toronjil, el tomillo, la menta,  y muchas plantas más que cultivaba en su casa; cuántos males de gripas y lombrices nos curó.

Pero mis otros recuerdos importantes con ella están asociados a comida -clasico en mi- llevo inscritos esos sabores singulares de sus hojuelas, arepas y pandequesos, y sobre todo, sus especialidades, las papas rellenas, los rollos de carne, y su famosa gallina rellena, que le llevó a mi hermana Laura para su bautizo y volvió a preparar como regalo para su grado universitario.

 
El amor se transmite en los cuidados, y lo sentí una tarde en que no pudimos ir a visitarla y ella llamó muy triste porque la habíamos dejado plantada con el "preparito"  que hizo solo para nosotros. 

Pero esa expresión de su cuidado la presencié mejor otra tarde viendo cómo ella acudía al llamado infantil de su esposo ya enfermo, esa escena que capturé me recordaba a Corintios 1: "El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." Ver la entreza con que ella lidiaba a un cuerpo tan pesado, y calmaba su llanto con un "aquí estoy". Ahí estuvo acompañandolo 70 años hasta que la muerte lo llamó primero a él.

Rosa fue una mujer muy activa, disfrutaba estar en su casa cocinando con ese deseo de consentir a los demás, ver sus telenovelas, rezar sus novenas y o estando al pendiente  por teléfono de sus hijos, nietos también ser feliz fuera de casa llendo a misa o visitando a sus amistades.
Le gustaba sembrar maticas donde podía; incluso en la unidad residencial en la ciudad, lejos de su casa con solar en el pueblo,  tal vez como reflejo de alguien que decide seguir cultivando su jardín interior y no dejarse cubrir por las malezas de los sufrimientos vividos.

Para mí Rosa será ejemplo de cómo envejecer conservando el deseo de hacer lo que más se disfruta. Ahora sí me siento huérfana de abuela, ya no tendré a quien visitar, nadie más me entregará plata a la salida como si fuera vicio,  los sabores de sus recetas solo quedarán en mi corazón; no escucharé más su voz y ella hará parte de ese cúmulo de seres metafísicos que quedan en la patria de mis memorias.

Como dice una canción, quieran mucho a la abuela los que la tengan viva.

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