Medellín: innovación o rebusque.

Comparto este texto que escribí en 2017 como introducción para un trabajo final de la universidad, donde estudié con un amigo, cómo el distrito de innovación es un eufemismo usado en el ordenamiento territorial de Medellín para enmascarar dinámicas de gentrificacion, la misma que ahora 6 años después tiene los arriendos encarecidos, vulnerando el derecho a la vivienda digna de muchos habitantes de la ciudad.

“Las ciudades destruyen las costumbres” cantan unos, las ciudades son la expresión de la modernidad y el progreso dicen otros; las ciudades son un constante devenir de cambios sociales y en ella como en un rio confluyen las aguas del pasado y del futuro; así pues como  “nadie se baña dos veces en el mismo rio” tampoco caminamos todos los días por la misma ciudad. Esta es Medellín, una ciudad que fluctúa bajo las dinámicas económicas del poder, un botón para la muestra  de lo que es la sociedad colombiana, con sus guerras, su exclusión, su desigualdad, su indiferencia y su falta de memoria; pero también  con su diversidad, de blancos, negros, indígenas, mestizos y extranjeros; con sus riquezas tropicales, sus gustos artísticos y culturales. Así pues esta imagen inmortaliza un tejado y un balcón expresión de la tradición, de la historia de muchas familias que llegaron hace décadas a dotar de sentido y valor el territorio, que fueron sus fundadores, los primeros pobladores que empezaron de cero y allí hicieron empresa familiar, económica y social; que no se oponen al desarrollo sino que tienen derecho a uno del que puedan también hacer parte y ser beneficiados; pero el tiempo dirá si estos tejados y jardines seguirán ahí,  el tiempo confirmara para quien es el desarrollo, en una ciudad con el apellido de “la más innovadora” y con un gran artefacto urbano  de formas extrañas que emerge como la máxima expresión de esa innovación, y por el que a diario vemos en sus semáforos y esquinas, jóvenes  innovando en las formas ganarse la vida con sus talentos, vendedores ambulantes innovando en el rebusque; estudiantes, trabajadores, indigentes, turistas, todos ellos personas que habitan esta ciudad, que conforman su identidad; todos ellos seres que siempre tienen que innovar en la forma de vivir el día a día y sobrellevar su existencia.


“Ya que no nos va a quedar memoria física, que al menos nos quede algo la memoria histórica.”
Fruto de las reflexiones constantes de la información y posteriores a estas entrevistas hemos sentido que es imperante la necesidad y el deber de rescatar la memoria de nuestros territorios, dado que en Colombia -y para nuestro caso- en Antioquia hemos tenido una élite de gobernantes que gobiernan más para extranjeros que para propios; lo conversábamos con Juan Burgos uno de los entrevistados: “sabemos que las elites gobiernan para los ricos, y que la ciudad de Medellín no se orienta para el ciudadano local sino para el extranjero y muestra de ello han sido las tres últimas administraciones”; respecto a esto, analizábamos que quizá por esto de que la élite antioqueña ha tumbado mucha historia en nombre del “progreso” y cómo se gobierna más para el extranjero, es que se construyen las cosas a imagen y semejanza de lo foráneo. Por eso también es necesario cuestionar lo que no se ha cuestionado, esa forma cómo se aborda el desarrollo y el progreso, en función de que podamos entender las causas que impulsan a construir un distrito de ciencia innovación y tecnología que no deja muy claro para quien servirá esa ciencia, esa innovación y esa tecnología. También lo vemos necesario puesto que a fin de cuentas vivimos en un país que no sabe si debe aferrarse a la tradición; que no sabe a qué identidad apelar, si a la identidad de la tradición y del pasado o a la identidad mixta de hoy. Esto se hace necesario puesto que la identidad es una cuestión vital de cómo hacer frente a los embates del poder y la globalización, y puesto que la identidad toma forma de resistencia cuando las comunidades se empoderan de su memoria histórica.

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