La Amistad entre Hermann Hesse y Stefan Zweig.


Acabo de leer la correspondencia entre el escritor alemán Hermann Hesse y el escritor austriaco Stefan Zweig; evidencia de un fuerte vínculo amistoso que sostuvieron por 35 años. Estas cartas me han hecho envidiar una amistad de tan alto calibre, aunque también me hacen cuestionar qué tanto han cambiado las formas de relacionarnos; no sé si hoy en día ya no existan amistades así, si dependan del círculo social frecuentado, o tal vez si sea una idealización de aquellos tiempos donde una carta podía encerrar tanta confianza en una persona. 

En un hecho insual para la condición uraña de Hesse, este le escribió la primera carta a Zweig en 1903, cuando contaban con 26 y 22 años respectivamente. Es simplemente hermoso la disposición con la que toca la puerta del alma de un aparente desconocido y este la abre con tal generosidad que inmediatamente queda instaurada la reciprocidad que alimentará esa amistad. Ambos escritores recién habían publicado sus primeros libros de poemas; desde ese momento cada uno vería en el otro un lector crítico de primera mano, y no dudaron en compartir borradores de sus obras e intercambiar con honestidad las opiniones y reseñas sobre ellas.

En el transcurso de esta relación epístolar se narra todo un ritmo de la vida y sus cambios, desde que eran unos jóvenes con ánimos primaverales, sus respectivas exploraciones del mundo, hasta la atmósfera decepcionante del periodo de entreguerras y las respectivas consecuencias en cada autor. Los dos escritores fueron perseguidos por el régimen nacional socialista, sus libros fueron prohibidos y quemados, las editoriales donde publicaban fueron cerradas o expropiadas. En 1934 la casa de Zweig en Viena fue allanada por nazis que buscaban un supuesto armamento de granadas, que por supuesto no encontraron, pero no desaprovecharon la requisa para destruir esa arma metafórica que era su biblioteca. La razón de esta persecución es que ambos escritores fueron opositores al régimen siendo coherentes con su humanismo, y desde un principio supieron la importancia de manifestarlo públicamente en diferentes revistas criticas.

El contexto señalado ayuda a entender porqué los horrores de la guerra llevaron a Hesse a un intento de suicidio y a Zweig a terminar con su vida en 1942, después de verse despojado de su patria y su oficio, perseguido en varios países donde no encontró la paz que ya parecía pérdida en todo el mundo y por lo mismo, en su alma.

Recomiendo leer este libro porque después de su lectura es inevitable no querer leer toda la obra de estos dos escritores, cuyas obras son aprendizajes de uno de los siglos más desconcertante de la humanidad.
“Toda sombra es, después de todo, también criatura de la luz, y sólo quien ha experimentado claridad y oscuridad, guerra y paz, ascenso y descenso, ha vivido de verdad”.

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