Grandes Amores celebrados en Noviembre.


El amor de mi vida tiene nombre y apellido: León Tolstói; ese amor a primera vista que siente uno al ver de frente lo que le falta, ese deseo profundo que sentí de leer Ana Karenina a mis 16 años, y cuando lo hice fue mi llave de entrada al credo de la literatura. Un amor con el que he comulgado en la obsesión por el bien y la finalidad del existir. Pero no puedo serle fiel solo a ese amor, también tengo un amante: Fedor Dostoievski, la razón simple y claramente es porque yo soy un personaje de Dostoievski, él me conoce y me hace conocer mejor que nadie. Así pues, no me pidan escoger entre uno de los dos, no le soy infiel a ninguno porque cada cual me ama y me  enseña a amarme a su manera. 


He declarado que mi religión es la literatura, la única en la que creo, y a veces pienso en templos solemnes donde estarían los monumentos gigantes de estos dioses a los que adoro; pero ellos son deidades metafísicas, su grandeza se camufla en la modestia de sus obras que pueden conseguirse por muy poco con los libreros, y  hacen que al abrir sus libros se entre en el templo interno de la divinidad con el universo. 

La literatura es mi religión porque la lectura es mi oración cotidiana y la escritura la mejor expiación. 

La literatura es  la única salvación ante la orfandad de existir.

Escrito el 07/08/2020.

Lo publico este mes que se cumplen 200 años del nacimiento de Dostoyevski, y hoy que se cumplen 111 años de la muerte de Tolstói.


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