Soy hija de un carpintero

La carpintería de la escritura.

Él imagina un mueble en su mente, yo imagino un pensamiento. Él empieza a dibujar un diseño, yo empiezo a bosquejar la estructura del texto. Él selecciona la madera y la pintura, yo selecciono ideas, referencias e imágenes. Él comienza a fraccionar y a cepillar la madera, yo comienzo a poner palabras. Él prosigue a ensamblar partes, yo procedo a formar frases y párrafos. Él empieza a lijar asperezas, yo empiezo a pulir palabras. Él pone tornillos y bisagras, yo pongo puntos y conectores. Él barniza y pinta para que reluzca la beta y brille el color,  yo releo y retoco para que las ideas queden claras.


Se me ocurrió escribir un homenaje a mi papá carpintero, no es el día del padre, ni está cumpliendo años, ni nada; solo que hace pocos días apenas vine acompañarlo por primera vez como ayudante instalando un trabajo. Que cómo me fue? El primer tirante lo pegué hacia dentro del ala del gabinete 😆, pero al menos ya sé manejar un taladro. Ya lo he visto muchas veces trabajar en su taller pero en esa jornada admiré su maestría en un trabajo tan milimétrico y agotador; también recordamos una metáfora que nos gusta mucho sobre los tornillos, la leímos hace años en El Hombre mediocre de José Ingenieros:
Y es que así como mi papá ha sido capaz de realizar por 45 años un trabajo tan extenuante y tosco, también ha sido capaz de enseñarnos a mí y a mis hermanas a amar el conocimiento mediante los libros y otras experiencias de arte. 
Lleva el nombre del poeta romano: Ovidio. Desde los 17 años decidió vivir en la incertidumbre de ser trabajador independiente ya que quiso ser arquitecto o aviador pero no tuvo con qué. En sus manos se reflejan las secuelas de ese oficio que, a pesar de tener jornadas muy duras, llegaba a casa y se tomaba el tiempo de leer un libro o la prensa sin importar la bulla de 3 niñas. Lo admiro porque no tuvo que tener títulos académicos ni ser rico para poder dedicar tiempo a pensar y a ser sensible a la belleza de las palabras. Cuánto le agradezco eso porque es por él, por su ejemplo de hacernos una pequeña biblioteca en nuestra humilde casa, por la forma en que nos atrapaba leyendo cuentos y poemas, fue gracias a eso que aprendimos el amor al conocimiento y al arte, y eso es una tabla de salvación para cualquiera que comienza a vivir.

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